Cerca de 926.000 turistas llegan cada año a San Andrés en busca del mar de los siete colores y se van convencidos de que hallaron mucho más que eso. La naturaleza, la música, la comida y los mismos isleños hacen de este destino, a 720 kilómetros de la costa colombiana, un lugar con sus propios tonos.

San Andrés es, al mismo tiempo, el departamento más pequeño de Colombia y el que más extensión de agua tiene. Providencia, Santa Catalina y 26 cayos e islotes completan los 350.000 kilómetros cuadrados de este archipiélago, donde habitan 70.000 habitantes.

San Andrés, con 27 km2, es la isla más grande del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina: de la punta norte al extremo sur hay 13 kilómetros y de este a oeste, 3 kilómetros. La mayor densidad turística y comercial se ubica en la zona norte, cerca del aeropuerto Rojas Pinilla.

Si bien la isla producía aguacate, caña de azúcar, mango, ñame y yuca, los daños en el suelo y la urbanización frenaron esta actividad. Con la declaratoria de puerto libre, la actividad se dedicó casi de forma exclusiva a los sectores de turismo y comercio. Aún hoy la mayoría de locales del centro son tiendas libres de impuestos.

Desde el nacimiento de la isla han llegado a San Andrés españoles, ingleses, africanos y habitantes de las Antillas. Esta mezcla de lenguas les permite hoy saltar con facilidad del inglés al español y pasar sin problemas por el creole, una mezcla entre inglés isabelino, español y dialectos africanos. El conocimiento de las lenguas permite que casi cualquier turista sea entendido mientras recorre los dos kilómetros de la vía peatonal Spratt Way para comprar los típicos brazaletes o mientras se toma fotos con las esculturas del artista Mario Hoyos.

Coco, rondón y pescado. El rondón sintetiza buena parte de las influencias que ha tenido la cocina isleña. Los locales prefieren nombrar sus alimentos en inglés, pues consideran que así conservan sus raíces. Por esto, el plato tiene pigtail (cola de cerdo) y dumplings (tortillas de harina), así como caracol, ñame, yuca, plátano y filete de pescado, todo en leche de coco.

Los frutos del mar, el pescado y el coco tampoco faltan. Las crab patty (empanadas de cangrejo), las fishball (bolas de pescado), el ceviche, el pargo, el pulpo, los camarones, todo acompañado con fruta de pan y un pie de coco de postre, lo harán sentir como un local. Pero, si lo suyo no es la comida criolla, encontrará abundantes opciones de cocina internacional en el centro, como pizzerías y restaurantes de comidas rápidas.

Agua infinita. El mar es uno de los atractivos de la isla de San Andrés. En total, el archipiélago tiene, nada más y nada menos, 91% de las áreas coralinas someras de Colombia. Es uno de los sistemas de arrecifes más grandes de occidente. La cara oriental de la isla está rodeada por una barrera de coral que le impide a las olas romperse en la costa. Esto hace que las playas sean perfectas para tomar sol y practicar deportes náuticos.

Los aclamados siete colores del mar se explican así: los lugares más profundos dan tonalidades azul rey, las áreas con crecimiento de algas, azul verdoso; las rocas, azul oscuro; zonas poco profundas dan azul turquesa; zonas coralinas resultan en tonalidades lila; zonas próximas a la costa son casi transparentes, y además el sol y el oleaje dan visos más o menos claros.

El club de playa Rocky Cay, el islote Johnny Cay con su popular coctel coco loco y el acuario son lugares óptimos para pasar el rato. Si la idea es bucear, la cara occidental de la isla es perfecta. Los acantilados permiten una mejor experiencia. Cove Bay y La Piscinita son ideales para sumergirse desde trampolines y toboganes en aguas profundas.


Al natural

El archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina es un lugar que respira vida. La reserva SeaFlower es el hogar de cientos de especies de fauna y flora que resultan vitales para el funcionamiento de todo el Caribe. En el mar próximo a la isla de San Andrés hay arrecifes de coral que mantienen el ecosistema. Así también están los pastos marinos, que el capturar el carbono evitan el calentamiento global, además de preservar el pH marino (nivel de acidez).

A la inmensa extensión de agua se suman el bosque seco tropical y los manglares de borde costero. El bosque es un servicio ecosistémico que ayuda a garantizar la alimentación de los nativos. El manglar evita la erosión, protege las playas y sirve como cuna para las crías de animales y como sostén para la flora. Ir al jardín botánico también es una buena opción para amantes de la naturaleza.


La tinaja

Como si fueran olas, animadas notas se mezclan con el sonido de la brisa que se agita contra las palmeras. Se trata del tempo que marca la tinaja, un instrumento que hace las veces de bajo y es la unión del recipiente boca abajo, un palo y una cuerda. En simultáneo se unen las voces, las guitarras, las mandolinas, las maracas hechas de semillas de mango secas y el jaw bone o quijada de caballo, que suena como una guacharaca y es el instrumento que le da un sonido particular al soca.


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