La oferta de cocinas y neveras en 300.000 pesos o de automóviles en 1.900 dólares son los avisos que circulan en el estado Táchira. Aunque en diferentes partes del país varios servicios y productos tienen como referencia el dólar, en la entidad andina se emplean con más frecuencia pesos colombianos y billetes estadounidenses.
En las zonas fronterizas es normal que las operaciones se efectúen en diferentes monedas, aunque Venezuela tiene un control cambiario que impone limitaciones. No obstante, la prolongación de las regulaciones generó distorsiones y se convirtió en un incentivo para el contrabando con lo cual artículos elaborados en el país se vendían al otro lado, ahora la oferta de bienes locales es más restringida, y frente a los elevados precios los ciudadanos buscan protección.
La venta de bienes en otras monedas «es un mecanismo que protege de la inflación», señala el economista Ronald Balza, y añade: «Si estás en la frontera resulta más fácil obtener otras monedas. Ya el bolívar no sirve para ahorro, sirve para hacer pagos».
Vendedores de equipos del hogar, que pidieron mantener su nombre en reserva, señalaron que la oferta la hacen en pesos o en dólares, porque «así se protege el valor de los productos, la inflación devora en meses el precio de algo que costó años obtener».
Desde hace meses las inmuebles en la entidad, y como sucede en otras regiones, se venden en dólares, a pesar de que hay un régimen cambiario y una Ley contra los Ilícitos Cambiarios. Pero ya es constante que, más allá de las viviendas, se negocien en divisas automóviles, celulares, computadores, cámaras, artículos del hogar y cauchos.
«Yo estoy vendiendo mi carro porque es muy costoso el mantenimiento, pero si lo vendo en bolívares si acaso podré comprar una moto porque todos los días los precios se multiplican. En cambio, al venderlo en dólares puedo incluso esperar un poco más para comprarme algo que me guste», dice Alberto Salas, residente de San Cristóbal.
Otros hacen operaciones mixtas. Hay quienes ofrecen el bien una parte en dólares y otra en bolívares, sobre todo quienes están próximos a salir del país. «Yo vendí la casa en 6.000 dólares más 40 millones de bolívares. Eso me sirvió para comprar algunas cosas, dejarle algo a mi abuela e irme con los dólares», cuenta Andrés Jiménez.
«Muchos profesionales y comerciantes de diferentes áreas vienen haciendo operaciones en dólares. Pero también muchos particulares usan el peso por el traslado continúo del colombiano hacia el Táchira con fines médicos y de comercio», expresa Wladimir Tovar, director de Asuntos Fronterizos de Fedecámaras-Táchira.
Asegura que al existir una moneda más fuerte que el bolívar, los comerciantes «se hacen de ella, ya que es más atractiva».
El economista y profesor de la Universidad Metropolitana Natan Lederman agrega que en «la frontera es donde resulta más visible y dramática esas operaciones en divisas» y destaca que la búsqueda de otras monedas «evidencia que no se quieren conservar los bolívares».
Los comerciantes informales tienen sus carteles que indican que aceptan pesos. «Ya vemos como un vendedor informal ofrece productos con cartel que dice: Se reciben pesos. En Venezuela se ha generado un mercado informal de divisas», afirma Tovar.
Los vendedores consultados refieren que quienes han trabajado en el exterior adquieren productos, así sean de segunda, a mejor precio que si lo hicieran en bolívares.
Desequilibrios se agudizan
La política oficial ha acentuado los desequilibrios de la economía. Las regulaciones de precios, la incertidumbre y las restricciones en las entregas de dólares han impactado la producción y las empresas operan a 34% de su capacidad, según Conindustria.
Frente a una baja oferta de bienes, el Banco Central de Venezuela imprime bolívares de manera desordenada y parte de ese dinero va al mercado paralelo, lo que incide en los precios de los rubros y servicios. En febrero la inflación fue de 80%, de acuerdo con los cálculos de la Asamblea Nacional. En 12 meses la variación fue 6.147%.
Esa inflación de cuatro dígitos pulveriza el ingreso de los venezolanos, lo que significa que el dinero no alcanza para adquirir lo más esencial, solo la canasta alimentaria se llava 102 millones de bolívares.
Por tanto, aquellos que cuentan con algún bien lo quieren ofrecer en divisas para intentar preservar su patrimonio, pues la destrucción del sistema de precios es progresiva.
El presidente de Fedecámaras-Táchira, Daniel Aguilar, señala que los controles han impactado fuertemente en la industria manufacturera y «por la falta de confianza la gente adquiere divisas para asegurar la valorización de sus bienes o servicios si pagan en pesos, al hacerse la conversión, se capitaliza la inversión».
Hasta la mano de obra está afectada. Wladimir Tovar explica que la distorsión generada por los altos precios ha incrementado la ausencia de mano de obra en todos los niveles. «Tanto el sector público como el privado se han visto en la imperiosa necesidad de buscar personal, ya que es más rentable ir al vecino país».
El directivo añade que además hay trabajadores que se están yendo al sector informal porque «es más fácil comprar ciertos artículos en el mercado interno y llevarlos a Cúcuta, venderlos y con esos pesos hacen una conversión que le genera el doble o el triple de lo que invirtió». Asegura que «mientras no hayan mecanismos serios esto va a seguir pasando. No se ve en lo inmediato que esto cambie, por el contrario se va a mantener».
Los economistas apuntan que aquellos que tienen un bien pueden negociar en otras divisas, sin embargo los que sufren son los más pobres debido a que la hiperinflación los afecta fuertemente.
La Encuesta de Condiciones de Vida elaborada por la UCAB, UCV y USB muestra que en 2007 la pobreza por ingresos subió a 87%. El estudio señala que la pobreza reciente llegó a 56%, porque la inflación incidió en el presupuesto de la clase media.
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