Grupos parapoliciales irrumpieron en la basílica de San Sebastián, en la ciudad de Diriamba, Nicaragua, y agredieron a varios obispos y periodistas, entre ellos al nuncio Stanislaw Waldemar Sommertag, al cardenal Leopoldo Brenes y al obispo Silvio Báez.
La agresión ocurrió cuando los obispos viajaron a Diriamba, 42 kilómetros al sur de Managua, para liberar a paramédicos y misioneros franciscanos sitiados por los parapolicías en el templo.
“Gracias a Dios hemos podido llegar a Diriamba y sacar a las personas que estaban en la basílica como rehenes. Lo que nosotros hemos sufrido es nada comparado con lo que ha vivido la mayoría de los nicaragüenses”, dijo Báez, que además fue herido en el antebrazo derecho.
La situación se presentó después de que una delegación de la Iglesia Católica, acompañada de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos, entró en la plaza central de Diriamba, cuya basílica estaba rodeada por unos 200 encapuchados, así como decenas de policías fuertemente armados; algunos de ellos también con los rostros tapados.
Brenes trató de dirigirse a los simpatizantes de Ortega, quienes le gritaron “¡asesino!” y “¡culpable!”, pero ante el intento infructuoso el prelado decidió ingresar a la basílica por la puerta trasera.
En medio de una fuerte tensión, los obispos consiguieron entrar al templo, al igual que algunos simpatizantes orteguistas, que vociferaban consignas a favor del presidente. En el interior había por lo menos una docena de paramédicos y religiosos con batas moradas y la cara cubierta con tapabocas, que esperaban ser liberados por los obispos. El grupo fue sacado por una puerta lateral de la basílica, mientras los sacerdotes buscaban bloquear el acceso de la parte posterior, sin éxito.
En el forcejeo los encapuchados atacaron brutalmente con puñetazos a los obispos, a quienes encañonaron con pistolas, lo que les permitió entrar al templo armados con machetes y pistolas.
En medio de la confusión, los sacerdotes intentaron abandonar el templo por la puerta trasera, pero nuevamente fueron agredidos. La muchedumbre oficialista aprovechó el momento para golpear a los periodistas, además de robar y destruir sus teléfonos y equipos de trabajo.
El ataque a los obispos es parte de los actos violentos, que generaron 14 muertes el fin de semana. Desde el 18 de abril han sido asesinadas aproximadamente 320 personas a causa de la represión del gobierno, según la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos.