20 años atrás, a muchos franceses les llamó la atención ver a Zinedine Zidane balbucear al son de La Marsellesa. Ese jugador era todo un orgullo futbolístico para el país, pero también revolvía muchos sentimientos de culpa de sus compatriotas, porque «Zizou» era (es) hijo de una Argelia en la que el colonialismo francés perpetró unos cuantos horrores.

Que el himno galo no le fuera indiferente a Zidane aliviaba a la Francia blanca. Aliviaba tanto su cargo de conciencia como ciertas dudas acerca de si era realmente Francia la que estaba ganando ese histórico Mundial de 1998.

Si Zidane cantaba algunas estrofas de La Marsellesa, aunque fuera con un hilo de voz, ese hombre debía ser realmente francés, sentían unos cuantos.

20 años después es incluso más peligroso que entonces recorrer ese espinel emocional: digan lo que digan los herederos de Jean-Marie Le Pen, todos son franceses, tengan el color y el origen que tengan.

El fútbol argentino sabe desde hace tiempo del potencial africano: en 1996, cuando Nigeria dio vuelta una final que tenía perdida para llevarse el oro olímpico en Atlanta a costa de la selección de Daniel Passarella, la afirmación de que había llegado la hora del fútbol africano se volvió insistente.

Nigeria tenía una gran generación de jugadores, y en esos Juegos había eliminado además a Brasil en una semifinal. Sin embargo, África nunca terminó de emerger. Dio el gran golpe en Italia 90 al derrotar vía Camerún a la Argentina, campeona del mundo, en el partido inaugural, y Senegal repitió 12 años más tarde tumbando a Francia en igual situación.

Un 7% de la población francesa es de origen inmigrante, proporción que en su selección se multiplica por diez. Suiza, donde uno de cada cuatro habitantes tiene procedencia extranjera, presentó en Rusia una selección con 60% de jugadores de origen inmigrante. Similar es lo de Inglaterra, con un 10%, cifra que en la selección, con importante aporte jamaiquino, crece al 50%. Inglaterra presentó seis futbolistas de origen nigeriano en el último Mundial Sub 17, para el que paradójicamente (o quizás no tanto) Nigeria no se clasificó. Los ingleses son hoy campeones mundiales sub 17 y sub 20 y buscan el título de mayores. Nunca visto.


El caso de Alemania

Y no solo África renueva y mejora el fútbol europeo. Más allá de los jamaiquinos de Inglaterra , es conocido el caso de Alemania, de mal paso por Rusia pero que tiene entre sus figuras a hijos de inmigrantes turcos, como Mesut Özil e Ilkay Gündogan, además de jugadores de origen africano, como Sami Khedira (su papá es tunecino) y Jérôme Boateng (de padres ghaneses). Su hermano, Kevin-Prince, juega para Ghana. Edi Rama, el primer ministro albanés, abrió días atrás una cuenta bancaria para que sus conciudadanos donaran dinero que permitiera pagar las multas a Granit Xhaka y Xherdan Shaquiri por haber celebrado sus goles a Serbia haciendo el gesto del águila bicéfala, símbolo de la Gran Albania.


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